Los vivientes de la Amazonía nacen con una percepción natural de todo lo que les rodea. Poseen una agudeza especial del órgano de los sentidos; para ellos el amanecer, la luna, las estrellas, el cielo y el sol cada día les comunican sus intenciones; a través de la piel pueden interpretar el lenguaje del viento, pueden medir la temperatura, saber si va a llover y manejar las estaciones; escuchar los diversos sonidos de los animales, diferenciarlos entre ellos, saber su ubicación y sus pies respetar la vida hasta del insecto más pequeño, evitando el peligro en su máxima dimensión.
Pueden interpretar el sonido del agua, el lenguaje que expresan los peces y otros animales desde sus profundidades. Pueden oler anticipadamente el acecho; además de diferenciar los alimentos entre buenos, tóxicos y el disfrutar un alimento en su estado natural y autóctono.
Se pueden conectar con las plantas y con los espíritus del bosque; por eso relatan las más extraordinarias leyendas; un amazónico es un ser especial y con una alta sensibilidad por la vida, es por eso que debemos preservar al máximo como un tesoro valioso de la humanidad.
Imagen: En memoria de nuestro amigo Abel Chávez y de todos los amazónicos que perdimos a causa del covid19.